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representación del periodismo moderno

 

La relación entre House of Cards y política es evidente. Los personajes y el trama de los episodios giran en torno, normalmente, a temas relacionados con el ámbito de lo político y el servicio público. Sin embargo, la serie toca otras disciplinas que, de una u otra manera, se relacionan con el mundo en el que se desenvuelve Frank Underwood y compañía. Uno de dichos temas es el del periodismo, presente en el hit de Netflix a lo largo de las dos temporadas; durante la primera (y hasta el comienzo de la segunda) el conexión más clara es Zoey Barnes, la joven periodista que se vuelve el vínculo entre Frank y los mass media, además de involucrarse románticamente con él. A lo largo de la segunda temporada se ven más rastros de la relación política-periodismo, aunque no tan obviamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con respecto a la representación del periodismo moderno en House of Cards, hay que enfocarse en los primeros 13 capítulos de la serie. El vertiginoso ascenso de Zoey, la eventual renuncia forzada del editor general del Washington Herald, Tom Hammerschmidt y el funcionamiento y desarrollo del portal en el que acaba Barnes, Slugline, son las muestras que más claramente expresan la realidad de la profesión periodística hoy en día. A diferencia de tiempos pasados y muy acorde con la sociedad de inmediatez, del facilismo y de escandalismo de ahora, en el periodismo lo nuevo se transforma en viejo muy rápido, y es reemplazado por lo más recientemente nuevo.

Zoey Barnes era una reportera del área metropolitana del Herald, frustrada por su lugar en el periódico y con ambición de lograr cosas grandes. Ese deseo la lleva a relacionarse con Underwood, el jefe de la mayoría en el Congreso, quien le ofrece información a cambio de lealtad. La joven reportera acepta, incumpliendo con un alto número de valores periodísticos e involucrándose, sin estar completamente al tanto de ello, en una conspiración para acabar con el mandato del actual presidente de los Estados Unidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


La relación entre congresista y periodista rinde fruto para ambos, con Underwood consiguiendo varias victorias gracias a la ayuda de los medios, y Zoey subiendo rápidamente en la escala del periodismo. Tanto así que se le ofrece el cargo de corresponsal de la Casa Blanca. Lo importante en el caso de Barnes no es su ascenso como tal, sino el hecho de que llega al éxito mediante el uso de una fuente anónima, imposibilitando la comprobación de los hechos. Esto no es considerado buen periodismo, y el carácter de algunas notas lo acercarían más al amarillismo. Es diciente pues, que las ventas y popularidad del Herald incrementaran gracias al (mal) trabajo de Zoey.

Hammerschmidt, el editor del periódico, representa el periodismo bueno, hecho correctamente, incluso de “vieja escuela”. En un presente difícil para todos los medios escritos, con las ventas en un alarmante fondo, él no cede ante presiones de altos funcionarios para incluir la clase de noticias que venden hoy en día (escándalo, chisme, etc.) y continúa exigiéndole a sus trabajadores una labor ética y moralmente correctas, con fuentes identificables e información que se pueda confirmar. Son precisamente dichos valores los que generan la tensión y eventual ruptura en la relación con Zoey, pues ella representa todo lo que, para su editor, está mal con las generaciones nuevas del periodismo y de la sociedad. Es él quien genera la salida de Barnes, muy en contra de lo recomendado por la dueña del medio, y es él quien paga por su deseo de hacer la labor periodística como tiene que ser, pues es despedido del Herald.

Cuando Zoey entra a Slugline, se ve un medio en sus inicios, con más apariencia de dormitorio estudiantil que de oficina de trabajo. En muchos aspectos, puede decirse que este portal online es la viva representación de lo que es el periodismo ahora, desde que comienza hasta el objetivo al que quieren llegar los medios. Como ya se dijo, arranca como un espacio relajado, lleno de puffs y de gente joven con laptops y ropa informal; no hay proceso de edición porque se valora la inmediatez, la idea de que no se puede perder tiempo. A medida que pasa la temporada, sin embargo, se muestra cómo evoluciona el antiguo Slugline en un lugar más profesional, mejor equipado y más similar a un área de redacción. Hay escritorios, desktops y sillas normales (en adición a los puffs), y se implementa, o al menos se intenta implementar un sistema de revisión de textos por parte de Janine (antigua periodista del Washington Herald) y Zoey. Las noticias, sin embargo, continúan apelando a temas que conecten con el público, desde la misma información hasta el enfoque que se le da.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Estos tres casos son representantes de la realidad actual del periodismo alrededor del mundo; una profesión que ha mutado al tiempo que la sociedad, y que actúa bajo parámetros distantes de los que mantuvieron el nivel de la disciplina periodística por mucho tiempo. No es que lo viejo esté completamente acabado, sino que se ve cómo lo nuevo lo va desplazando, poco a poco en el epectro general de las cosas pero supremamente rápido en ejemplos directos como el de Zoey y Hammerschmidt, o el del mismo Slugline. House of Cards puede ser cínico para algunos en el tema político gracias a su representación de las relaciones políticas en la Casa Blanca, pero no cabe duda de que, en el ámbito periodístico, muestra la realidad tal y como es.

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